Las personas me preguntan cómo comer más sano. Al principio yo les brindaba un montón de información sobre qué es comer sano, qué significa funcional y qué significa realmente el adjetivo “saludable”. Hablaba sobre cosas como “no comas harinas refinadas, no comas azúcar, los lácteos de vaca ya no son lo de antes, deja los productos artificiales que no alimentan, mira más allá de las llamativas etiquetas frontales y lee el contenido de lo que comes, y muchos conceptos más. Saturaba a esa persona con información dejándola muchas veces confundida, asustada o sin interés por el tema.
Hace un tiempo un amigo nuevamente me hizo la pregunta, cómo puedo comer más sano. En vez de responder con todo el montón de conceptos, pude recordar que primero se escucha y le pregunté: ¿Cuéntame qué comes en un día normal?
La conversación con mi amigo continuó, me contó cómo es su día a día e identificamos qué necesitaba empezar a cambiar. Pude contarle un poco sobre lo que significa comer sano y dar a tu cuerpo lo que realmente necesita, sentir bienestar y recuperar el equilibrio, pero teniendo en cuenta su estilo de vida, así que fue mucho más receptivo con lo que abordamos, y decidió hacer el entrenamiento personalizado de alimentación y salud.
Cuando comemos tanta “comida basura o vacía”, nuestro cuerpo se contamina y se enloquece. Pero cuándo estamos acostumbrados a eso y además no tenemos claro cómo es una alimentación realmente sana, no nos damos cuenta de que nos desconectamos del bienestar y olvidamos como se siente ese estado. Entonces ¿Cómo darnos cuenta?
De la misma forma que interactuamos con los demás, debemos interactuar con nosotros mismos: escucharnos.
Más allá de lo técnico, aprendí que lo primero es permitirte darte cuenta de que lo que comes, no es exactamente lo que te alimenta; comemos por costumbre y porque “así nos enseñaron” y no porque realmente elijamos conscientemente los alimentos.
Nadie nos explicó que la alimentación es individual y que las necesidades nutricionales son diferentes para cada persona. No hay una materia en los colegios que enseñe sobre nutrientes, cómo elegir alimentos y cómo esta elección afecta el equilibrio de nuestro cuerpo. Mucho menos nos contaron qué significa alimentación funcional, comer consciente, ni cómo puedo darme cuenta si estoy sano.
Sin embargo no le podemos echar toda la culpa al mundo, ni al sistema. La educación es deficiente, pero nuestro cuerpo nos habla. Nuestros sentidos nos dicen que aún después de comer muchas veces seguimos con hambre la cuál confundimos con ansiedad. Otras veces sentimos cansancio y falta de energía. Nuestro cuerpo empieza a manifestar dolores, hinchazón y otros síntomas. Nuestras papilas gustativas nos dicen que están cansadas de comer siempre lo mismo y empezamos a sufrir de inapetencia. Otras veces nuestro cerebro nos pide energía y nosotros lo confundimos con ganas excesivas de dulce que se parecen a la adicción por el azúcar.
Cuándo no sabemos reconocer las señales del cuerpo y cómo reaccionar ante ellas, aparece la culpa, la autocritica y la autoexigencia desbordada. Esto genera un círculo vicioso de estrés y ansiedad que refuerzan los malos hábitos. Por eso, más allá del desconocimiento que hay en la actualidad sobre “lo saludable”, las falacias del marketing y las modas, hay un mensaje claro de nuestro cuerpo: “dame algo más”.
Puede ser más fácil si recordamos que la comida se disfruta, que comemos por placer y no solo por hambre. Que salud también es degustar cada sabor, y eso significa activar todas las papilas gustativas y no sólo las que perciben el dulce. Reaprender a saborear y conectarnos con nuestra esencia.
Si dejamos a un lado los tecnicismos y empezamos por escuchar nuestro cuerpo, con la sola práctica de intentar identificar un ingrediente diferente cada dos cucharadas de sopa, podemos conectarnos con nuestra alimentación y reconocer lo que realmente nuestro cuerpo necesita.
Hoy quiero invitarlos a degustar, saborear y sentir, lo que dará entrada a la disposición de probar cosas nuevas y así tu cuerpo, tus sentidos y tu forma de percibir la alimentación se transformarán y será más fácil volver al equilibrio. Ese es el primer paso de Cocina para volver al origen.