¿Cómo transformar mi alimentación si todo lo “malo es tan rico”?
Esta es una de las preguntas que me hacen en las clases, acompañada de comentarios como “Tan rico esto con un pancito” o “le puedo echar arequipe a la torta saludable”. Suena como un chiste, pero es que transformarnos es un proceso, y requiere que cambiemos nuestra forma de ver la alimentación.
La decisión es personal, y la forma cómo la hacemos también lo es. Algunas personas hacemos un cambio drástico, dejamos absolutamente TODO lo que sea inadecuado o tóxico para nuestro cuerpo, y después de un tiempo, de 6 meses para algunos, un año para otros, empezamos a darnos permisos, y “gustitos”. Para otros es más fácil hacer los cambios paulatinamente e ir eligiendo poco a poco alimentos más adecuados a sus necesidades individuales.
Es comprensible cualquiera de las formas que elijas, ya que depende de TU propósito; pero es importante tener claro que más allá de satanizar los alimentos o juzgar la forma como los demás eligen hacer su proceso; hay tres claves para autogestionar tu alimentación; y así lograr el equilibrio.
Es claro que las harinas refinadas, el azúcar y los alimentos muy procesados afectan nuestra salud; pero también soy reiterativa que la alimentación es individual, y que la tolerancia a ciertos alimentos NO sanos, es variable de acuerdo a la persona. Vale aclarar, que no tiene nada que ver si haces mucho ejercicio o no, y que hacer mucho ejercicio no es sinónimo de que puedas comer más chatarra; porque cuerpo puede generar síntomas diferentes al sobrepeso, y esto depende de tu genética. Así que es muy importante tener presente estas tres palabras para mantener tu equilibrio.
- Cantidad: El problema no siempre es comer algo que No es sano, sino la cantidad que comemos. Para esto es importante sumar todo lo que consumes en un día; ahí es donde el factor cantidad se hace importante. Por ejemplo, si desayunamos con pan (tiene harinas refinadas), galletas “integrales” (que tienen harinas refinadas), chocolate ligth (que tiene endulzantes sintéticos), y productos finesse (muchos de ellos tienen almidones), todo nos está aportando ingredientes que no son sanos. Ahora, imagínate si sumas la cantidad de esos ingredientes que comes en todas tus comidas. El exceso, no se refiere a un solo alimento, sino al conjunto de alimentos que tienen ingredientes que afectan tu salud.
- Frecuencia: La alimentación pasó de basarse en ingredietes naturales, y fue reemplazndo el 80% de lo que consumimos, diariamente, por productos con poco valor nutricional, o con gran carga de aditivos tóxicos. Entonces la frecuencia aumentó; ya no es de ves en cuando, sino todos los días. Revisa qué comes todos los días, y hazte consciente de que tipo de alimentos eliges.
- Permanencia: Con el cambio de la industria alimenticia y el afán del día a día; los hábitos alimenticios cambiaron y se volvió costumbre comer harinas refinadas, azúcar, y alimentos muy industrializados. Y esto ha sido permanente durante más de 20 años.
Lo que nos enferma, no es sólo comer alimentos de baja calidad, es la cantidad, la frecuencia y la permanencia con la que los consumimos. Por eso la invitación es muy sencilla: que tal si en tu día a día vuelves a lo esencial, eliges alimentos naturales, y volvemos a comer como comían las abuelas.
Cuando te haces consciente de cómo estas tres palabras, frecuencia, cantidad y permanencia, afectan tu alimentación, y cómo se origina el desequilibrio que después se manifiesta como enfermedad, puedes elegir lo que sí te conecta y te genera bienestar. Y si mantienes presente estas tres palabras, puedes continuar escuchándote, autogestionarte, y mantenerte en tu origen.
Aplícalo y cuéntame cómo te va.
¿Quieres conocer más sobre los alimentos y así poder elegir de forma más consciente?