El “bum” de lo saludable nos ha llevado a sumergirnos en un sinfín de información y prácticas diversas para cuidarnos. Sin embargo, entre más pasa el tiempo, más confundidos estamos en lo que respecta a la salud, y la evidencia más tangible es que cada vez hay más enfermedades crónicodegenerativas, más problemas gástricos, más situaciones de agotamiento crónico, entre un sinfín de dolencias; y eso que no mencionamos esas personas con enfermedades que nunca logran tener un diagnóstico claro.
Cuando pregunto en mis talleres qué significa “Estar sano” la mayoría de las personas me responden: “Estar sano, es no estar enfermo..” pero no estar enfermo es una definición muy pobre. Porque una persona que siempre está cansada, que no duerme bien, que tiene sobrepeso, puede no estar dentro de esa clasificación de “enfermo”, pero no necesariamente está sano. La salud es la manifestación de que TODO en tu cuerpo y en tu ser está funcionando debidamente: Tienes el peso adecuado y los índices clínicos están en los niveles normales, duermes bien y tienes la energía suficiente para el día a día, tu estado de ánimo es coherente con tu realidad personal y no sufres de esa temible “ansiedad por la comida” que no es más que un síntoma de que no le estas dando a tu cuerpo lo que realmente necesita.
Estar sano es entonces un estado mucho más complejo que no tener síntomas de enfermedades, y si comprendemos esto, se vuelve muy fácil desenredarnos con ese otro adjetivo que la industria tergiversó: SALUDABLE. ¿Qué es entonces algo saludable? Un hábito, alimento o acción que permite que mi cuerpo funcione bien y esté en equilibrio. Hasta acá muy fácil, y no es que estemos hablando de nada desconocido. Pero vemos esas etiquetas en productos alimenticios, bebidas o incluso prácticas de ejercicio que dicen enormemente “SALUDABLE”. Promesas de bajar de peso, promesas de menos calorías, pero ¿cuál es el efecto real de estos productos en tu cuerpo? ¿si será que lo que necesitamos es menos calorías? ¿Para qué alimentos “SALUDABLES” si nuestro cuerpo no está funcionando bien y no puede utilizar lo que estos le aportan?
Es acá donde entra tu criterio, y empiezas a discernir y elegir entre lo que es SALUDABLE para TI, y lo que no. Y empiezas a identificar qué necesita tu cuerpo y cómo puedes ayudarle a funcionar bien dándole alimentos que le aporten no sólo nutrientes, sino también otros beneficios para mantenerte sano. Asñi completamos el concepto de alimentación saludable, y vamos más allá teniendo presente la forma cómo Tu cuerpo asimila los alimentos, y cómo te haces consciente de ello. Una alimentación consciente incluye esos alimentos que aportan nutrientes, pero que y que al reconocerlos y saber cómo nuestro cuerpo los asimila, podemos elegirlos y aprender a prepararlos para recuperar nuestra salud o mantener el equilibrio. Y claramente esto lo podemos extrapolar a la consciencia del alimento y el equilibrio con el medio ambiente.
¿Ves ahora como se diferencian y se complementan estos adjetivos? Cuando queremos transformar nuestros hábitos, y volver al equilibrio, es importante que comprendamos mejor lo que nos ofrece el mercado, partiendo de que la alimentación es individual y que es importante reconocer nuestras propias necesidades nutricionales. Así que una vez comprendidos esos adjetivos tan comerciales, te invito a que te empieces a entrenar para reconocer lo que es realmente es sano, saludable y puedas ELEGIR a consciencia lo que más te conviene.